domingo, 12 de diciembre de 2010

COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA LECCION Nº 12


DOMINGO
CALIDAD DE SIERVO
GÉNESIS 24:2-4  
2 Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, 3 y te juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; 4 sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mí hijo Isaac.

2.Un criado suyo, el más viejo
Eliezer era el siervo de mayor confianza en la casa de Abrahán (PP 169). Medio siglo antes, de primera intención él había sido elegido por Abrahán como su posible heredero (cap. 15: 2). Ahora fue llamado por Abrahán para una misión importantísima.
Tu mano debajo de mi muslo.
Esta antigua ceremonia que acompañaba a un solemne juramento sólo se menciona otra vez en el cap. 47: 29. En ambos casos las circunstancias sugieren una promesa que había que cumplir fielmente después de la muerte de aquel a quien se hacía la promesa, es decir que se cumplía con su posteridad. La muerte de una de las partes, no desobligaba a la otra de su juramento. Las explicaciones de esta costumbre varían algo entre los comentadores. Considerada como el origen de la posteridad (Gén. 35: 11; 46: 26; Exo. 1: 5), se ha entendido que la palabra "muslo" o "lomos" (el mismo vocablo en hebreo) señalaba hacia la futura descendencia de Abrahán, en particular a Cristo, la Simiente prometida. Si es así, por así decirlo el juramento era formulado por -o en el nombre de Aquel que había de venir. Otros intérpretes han considerado el muslo como símbolo de señorío o autoridad, y el colocar la mano debajo de él un juramento de fidelidad a un superior.
3.No tomarás para mi hijo mujer.
Aunque Abrahán iba a vivir otros 35 años (cf. cap. 25: 7, 20), parece haberse sentido algo débil en este tiempo (vers. 1). La autoridad dada a Eliezer en la elección de una esposa implica una encomiable sumisión de parte de Isaac, que ya tenía 40 años. En tiempos antiguos, como es hasta hoy día en el Oriente, los padres elegían el cónyuge y hacían los arreglos para la boda de sus hijos. Esto de ninguna manera implicaba que los deseos de los jóvenes mismos eran ignorados (ver vers. 58, 67; PP 168). La larga demora en hacer planes para el casamiento de Isaac probablemente se debió al deseo de Abrahán de evitar que su hijo tomara una esposa cananea, ya que hasta entonces no había procurado conseguir una de Harán (vers. 3-6). La muerte de Sara quizá había añadido un sentido de urgencia al asunto.
De los cananeos.
Conociendo el creciente libertinaje y la idolatría de los cananeos y su inminente condenación, Abrahán deseaba conservar la pureza de la simiente prometida. Su propia experiencia con Agar y las vicisitudes de Lot e Ismael le habían enseñado el peligro de las alianzas con gente de origen pagano (PP 171). Además Dios ya había prohibido el casamiento con los cananeos, prohibición que más tarde se incorporó en la legislación mosaica (Exo. 34: 16; Deut. 7: 3).
4.A mi tierra.
No a Ur de los Caldeos, sino a Harán, ambos lugares de la Mesopotamia. Aunque no estaban libres de la idolatría, los parientes de Abrahán preservaron, en cierta medida, el conocimiento y el culto del Dios verdadero (Gén. 31: 19; Jos. 24: 2; PP 168). Por lo tanto, una nuera tomada de ellos parecia muy preferible a una que procediera de los degradados cananeos.
 
GÉNESIS 39:4-6
4 Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. 5 Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. 6 Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.
 
6.De hermoso semblante y bella presencia.
Literalmente, "bello en estatura y bello en apariencia" o "apuesto y de buena presencia" (BJ). José debe haber heredado esto de su madre Raquel, para quien se usan las mismas palabras en hebreo (cap. 29: 17; PP 209). No hay duda de que el hecho se menciona aquí en anticipación del episodio que sigue y del cual constituye una introducción.

LUCAS 14:17
17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.
 
17.
Envió a su siervo.
Puede considerarse que Jesús era, en un sentido especial, el "siervo" enviado a anunciar: "todo está preparado". Evidentemente se acostumbraba que el anfitrión enviara un siervo cuando la fiesta estaba por empezar, para recordar a los convidados su invitación. Según Tristram (Eastern Customs, p. 82), lo mismo se hacía en su tiempo (1822-1906). Si el invitado se había olvidado o no sabía cuándo debía ir a la fiesta, este recordativo le permitiría prepararse y llegar a tiempo. En el ambiente del Cercano Oriente, donde todavía hoy la hora no tiene tanta importancia como en el mundo occidental, ese recordativo servía para evitar posibles disgustos tanto al invitado como al anfitrión.

LUCAS 17:7, 8
7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa?  8 ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú?
7.¿Quién de vosotros?
[El deber del siervo, Luc. 17: 7-10. Con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] Parece que esta breve parábola fue presentada en respuesta al pedido registrado en el vers. 5, aunque esta relación  no es segura. La fe capacita a los hombres para cumplir con su deber como hijos de Dios (ver com. vers. 10). Si no existe esta relación con el vers. 5, la parábola quizá fue presentada a los discípulos en otro momento del viaje descrito brevemente en el vers. 11 (ver com. vers. 1).
Siervo.
Gr. dóulos, "esclavo"
Ara.
La casa del amo probablemente estaba en la aldea, y sus tierras, a poca distancia. Los siervos generalmente se iban por la mañana a trabajar en los campos, y regresaban por la noche (ver com. Núm. 35: 4; Rut 2: 3; 3: 4; 4: 1).
Luego.
Gr. euthéÇs, "inmediatamente" (ver com. Mar. 1: 10). El adverbio euthéÇs, modifica la forma verbal "pasa"; es decir, que el amo no le dice inmediatamente que pase a la mesa, sino que pase inmediatamente a la mesa.
8.¿No le dice más bien?
La construcción de la frase en griego indica que se espera una respuesta positiva (ver com. cap. 6: 39). Compárese con la respuesta negativa que se espera en el cap. 17: 9.

HECHOS 2:18.
18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
18.Mis siervos.
El pasaje que aquí se cita (Joel 2: 29) dice "los siervos", tanto en el hebreo como en la LXX. Así se asegura que el Espíritu de Dios no está reservado para los nobles y los poderosos, sino que también será recibido por hombres y mujeres de los niveles más humildes de la sociedad (ver com. Joel 2: 28). Pero Pedro parece hacer en este contexto una aplicación más amplia de estas palabras. . En el vers. 17 habla de "vuestros hijos", "vuestras hijas", "vuestros jóvenes" y "vuestros ancianos". Luego, al comienzo del vers. 18 hace un cambio sutil del texto del AT, y dice: "Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas". Al añadir al texto del AT las palabras "de cierto" y "mis", Pedro parece insinuar que consideraba que los "siervos" y las "siervas" no eran otra categoría más de los que habrían de recibir el Espíritu, sino un resumen de todos los que ya habían sido mencionados. Vuestros hijos, hijas, jóvenes, y ancianos, 147 en realidad todo Israel (ver com. vers. 17), deberían ser mis siervos y siervas, verdaderos siervos de Dios.
En aquellos días.
Es decir "en los postreros días" (ver com. vers. 17).
 
 
JUAN 13:1 AL 17
1 ANTES de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.2 Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, 3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.  8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. 12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.
 
1.Antes de la fiesta.
[Lavamiento de los pies de los discípulos, Juan 13: 1-20 = Luc. 22: 24-30. Comentario principal: Lucas y Juan.] Este acontecimiento ocurrió en relación con la cena pascual, el jueves de noche de la semana de la pasión. Se tratan los aspectos cronológicos de esta cena en la primera Nota Adicional de Mat. 26.
Su hora había llegado.
Anteriormente en su ministerio, Jesús había declarado que su hora no había llegado todavía (ver com. cap. 2: 4). Ahora había llegado la hora de la crisis.
Esa noche sería entregado a traición en manos de sus enemigos, y antes de que pasara el día judío, que empezaba con la puesta del sol, Jesús descansaría en la tumba de José.
Pasase de este mundo.
Jesús había venido de Dios (ver com. cap. 1: 1, 14), había sido enviado al mundo (ver com. cap. 3: 17), pero no debía permanecer en este mundo (cap. 16: 7). Después de completar su obra en la tierra, volvería a su Padre. Jesús hizo resaltar repetidas veces estos hechos (ver p. 870).
Los suyos.
Aquí se trata particularmente de los discípulos y no de la nación judía, como en el cap. 1: 11.
En el mundo.
Sus discípulos estaban "en el mundo", pero no eran "del" mundo (cap. 17: 11-16).
Hasta el fin.
Gr. eis télos, cuya traducción en 1 Tes. 2: 16 es "hasta el extremo". El mismo significado podría aplicarse aquí, aunque la traducción literal "hasta el fin" también corresponde con el contexto.
2.Cuando cenaban.
La evidencia textual se inclina (cf. p. 147) por este texto antes que por la variante "acabada la cena". Reuniendo la información dada por los diversos escritores de los Evangelios se llega a la conclusión de que lo correcto es "cuando cenaban". Sin embargo, el lavamiento de los pies quizá ocurrió al comienzo de la cena pascual (cf. DTG 601-602; ver com. Luc. 22: 24). Los escritores de los Evangelios no consignan todos los detalles de lo que sucedió durante la última cena. Por lo tanto, no se puede saber con certeza en qué momento durante el rito pascual (ver com. Mat. 26: 21) -si es que Jesús siguió minuciosamente en esta ocasión el ritual acostumbrado- fue instaurada la Cena del Señor (cf. DTG 609).
3.Todas las cosas.
s decir, todas las que tienen que ver con el plan de salvación (Juan 17: 2; Heb. 2: 8; ver com. Mat. 11: 27; Juan 3: 35).
Había salido de Dios.
Sin duda, se menciona este hecho para mostrar que en el momento en que Jesús lavaba los polvorientos pies de sus discípulos, estaba plenamente consciente de su divinidad. Este acto fue, pues, una demostración suprema de su humildad.
4.Se levantó de la cena.
La costumbre era estar reclinado sobre un sofá durante la comida (ver com. Mar. 2: 15). 1004
Se quitó su manto.
La vestimenta externa podría haber estorbado sus movimientos. Ver com. Mat. 5: 40.
Se la ciñó.
El propósito de estos actos y de los que los siguieron puede inferirse del relato de Lucas en cuanto a la contienda por la supremacía entre los discípulos (ver com. Luc. 22: 24). Jesús tenía el propósito de dar un ejemplo de servicio humilde y abnegado. Esperaba que esa demostración práctica impresionara a sus discípulos como no podría hacerlo un mero precepto.
5.Lavar los pies de los discípulos.
De acuerdo con la costumbre judía, que se remontaba quizá hasta los días de Jesús, lavar los pies del amo era uno de los deberes de un esclavo extranjero, pero no se esperaba que lo cumpliera un esclavo judío. Sin embargo, era un servicio que debía prestar la esposa al esposo y los hijos a su padre. (Ver Strack y Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament, t. 2, p. 557.) Se consideraba, pues, como un acto servil. Como en ocasión de la última cena no estaba presente ningún siervo, uno de los discípulos debería haberse encargado de la tarea, pero ninguno estuvo dispuesto a hacerla.
6.¿Tú me lavas los pies?
En griego el énfasis recae en el pronombre "tú" y en mou ("de mí"). "¿Tú lavas mis pies?" Algunos comentadores sugieren que Pedro puede haber levantado las piernas cuando pronunció estas palabras. Ese acto habría estado en armonía con su naturaleza impulsiva (Mat. 16: 22; Juan 13: 37; ver com. Mar. 2: 15).
7.Lo que yo hago.
En griego el énfasis está en los pronombres "yo" y "tú": "Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora". El significado pleno de lo que hacía Jesús no sería comprendido sino hasta más tarde. Entre tanto, Jesús le pidió a Pedro que tuviera fe y que se sometiera humildemente a la voluntad del Maestro.
8.No me lavarás los pies jamás.
En griego esta negativa se expresa en forma muy categórica. Esos violentos estallidos son característicos de la forma de hablar de Pedro (ver com. vers. 6). Sus palabras reflejaban confianza propia y no humilde sumisión. No esperó saber lo que Jesús le iba a enseñar.
No tendrás parte conmigo.
En vista del significado simbólico de lo que Jesús estaba haciendo, sólo así Pedro podría tener parte con Cristo (ver com. vers. 12, 15). Además, el espíritu independiente y la altivez de Pedro no concordaban con el carácter de los que disfrutan de comunión espiritual con su Señor en esta vida y que albergan la esperanza de disfrutar de comunión eterna con él en el mundo venidero.
9.No sólo mis pies.
Otro de los impetuosos estallidos característicos de Pedro. Comprendiendo que al no hacer caso a su Maestro afrontaba la perspectiva de separarse de él, Pedro se entregó inmediatamente, pero -como era característico en él- aun ahora procuró darle otro consejo a su Maestro. Todavía no comprendía el significado del acto.
10.Lavado.
Gr. lóuÇ, "lavar" o "bañar". LóuÇ se usa cuando se trata de lavar todo el cuerpo (Hech. 9: 37 y en la LXX Exo. 2: 5; 29: 4; Lev. 14: 8-9; etc.). Cuando se lava sólo una parte del cuerpo generalmente se usa la palabra níptÇ, como sucede posteriormente en este versículo y en Mat. 6: 17; 15: 2; etc. Jesús quizá aquí se refiere a la costumbre de bañarse antes de asistir a un banquete. Cuando llegaban los invitados, lo único que necesitaban era que se les lavara los pies. Teniendo esto en cuenta, es evidente la lección espiritual. Los discípulos habían recibido limpieza espiritual en el "manantial abierto para la casa de David... para la purificación del pecado y de la inmundicia" (Zac. 13: 1). No habían incurrido en una apostasía como para que necesitaran ser limpiados por completo de nuevo. Sin embargo, sus vidas no habían estado sin pecado. Con frecuencia, se habían rendido ante las insinuaciones de Satanás. El lavamiento sólo tenía significado porque representaba la eliminación del pecado mediante un sincero arrepentimiento y confesión.
Los pies.
Unos pocos MSS omiten la frase sino los pies". De esa manera, el pasaje se lee así: "El que se ha bañado, no necesita lavarse" (BJ). Sin embargo, la evidencia textual (cf. p. 147) favorece el texto que aparece en la RVR.
Aunque no todos.
La referencia es a Judas que nunca se había entregado plenamente a Cristo.
11.Porque sabía.
Jesús había sabido esto "desde el principio" (cap. 6: 64).
Quién le iba a entregar.
Literalmente "el entregador". En el griego aparece la acción como si ya se estuviera realizando, como lo era en realidad (ver com. Mat. 26: 14; cf. DTG 601).
12.¿Sabéis?
Ya habían sido impresionados 1005 con una parte del significado del acto. El ejemplo de servicio abnegado de Jesús había humillado el orgullo de ellos, pero el pleno significado espiritual del servicio todavía había de serles revelado.
13.Me llamáis.
Es decir, es vuestra costumbre llamarme.
Maestro.
Gr. didáskalos, "el que enseña" (ver com. cap. 1: 38).
Señor.
Gr. kúrios, término usado tanto para los hombres (Mat. 6: 24; etc.) como para la Deidad (Mat. 1: 22; etc.). Lo más común era que kúrios significara sólo un título común que expresaba respeto, correspondiente a "señor", como se usa en castellano. Posteriormente, y quizá a veces antes de la ascensión de Jesús (Juan 20: 28), la palabra también se usó en su sentido más pleno, para referirse a la deidad de Jesús (Hech. 10: 36; Rom. 14: 8; etc.). Se hace referencia aquí a los dos títulos, sin duda para hacer resaltar que aunque Jesús había realizado esa tarea servil, todavía era Maestro y Señor. El servicio no había disminuido su dignidad (ver com. Juan 4: 11).
14.Debéis.
Gr. oféilÇ, estar obligado. OféilÇ se ha traducido como "tener una deuda" (Mat. 18: 28) y "tener un deber" (Luc. 17: 10; Rom. 15: 27). El ejemplo de humilde servicio de Cristo debía ser imitado por sus seguidores. El servicio que se les demandaba era un ministerio de amor que se olvida del yo y coloca los intereses y las conveniencias propias después del bien de los de otros.
15.Ejemplo.
Jesús estaba haciendo más que dar un ejemplo de servicio. Estaba instituyendo un rito que debía ser observado por sus seguidores hasta el fin del tiempo, un rito que debía hacer recordar vívidamente las lecciones del servicio original. El rito tiene un significado triple: (1) Simboliza la limpieza del pecado. El bautismo simboliza la limpieza original del pecado. La limpieza de las contaminaciones que posteriormente se han acumulado está simbolizada por el rito del lavamiento de los pies. Como en el caso del bautismo, el rito no tiene significado alguno a menos que el participante, por medio del arrepentimiento y de la conversión, haya renunciado al pecado en su vida. En el acto de lavar los pies no hay ningún mérito. El servicio adquiere significado sólo cuando ha habido la debida preparación. (2) Simboliza una renovada consagración al servicio. El que participa y se inclina para lavar los pies de sus hermanos indica así que está dispuesto a ocuparse en el servicio del Maestro, sin importarle cuán humilde sea ese servicio. (3) Simboliza el espíritu de compañerismo cristiano. El rito es, pues, un servicio preparatorio adecuado para participar en la Cena del Señor. Se estudia más ampliamente este tema en DTG 598-607.
16.El siervo.
O "esclavo".
No es mayor.
Si no era denigrante que el Maestro realizara una tarea servil, ciertamente el siervo, o esclavo, no debía sentir menoscabada su dignidad al hacerlo (cf. com. Luc. 6: 40; ver Mat. 10: 24; Luc. 22: 27).
17.Si sabéis.
El conocimiento de su deber coloca al hombre bajo la responsabilidad de realizarlo. Una persona no es responsable de las cosas que ignora, por supuesto, siempre que su ignorancia no sea voluntaria (Juan 9: 41; 15: 22; Rom. 5: 13; Sant. 4: 17).
Si las hiciereis.
El hacer no está divorciado del profesar (Mat. 7: 21; Luc. 6: 46; 12: 47; Rom. 2: 13; Sant. 1: 25).

LUNES
APRENDER DE PRIMERA MANO
2 Reyes 4:8 al 17.
Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. 10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniera a nosotros, se quede en él. 11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió. 12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él. 13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. 14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. 15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.  16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. 17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.
8.Sunem.
Aldea situada en el valle de Jezreel, a unos 8 km al norte del monte de Gilboa, y a 25,6 km del Carmelo, donde parece que en este momento residía Eliseo (vers. 25). En sus viajes por el reino, Eliseo pasaba con frecuencia por esa aldea. Ahora se la conoce con el nombre de Sôlem.
Una mujer importante.
"Mujer principal" (BJ), probablemente también pudiente (ver 1 Sam. 25: 2; 2 Sam. 19: 32).
Le invitaba insistentemente.
Eliseo era objeto de la hospitalidad de este hogar acomodado. Los siervos de Dios tienen la misma necesidad de alimento y abrigo que sus prójimos, y aprecian las bendiciones de la comunión y amistad cristianas que muchas veces les hace feliz y agradable la vida.
10.Pequeño aposento.
Muchas veces las riquezas hacen que su poseedor sea egoísta y olvide las necesidades y los deseos de otros. Pero no procedió así la mujer de Sunem. Ella era importante; pero no perdió la bondad humana. No vivía sólo para sí, sino que se esforzaba por hacer felices a otros. Tenía muchos bienes, y los compartía con sus prójimos. No permitía que sus tareas y responsabilidades domésticas le hicieran olvidar las necesidades y los deseos de Eliseo, y quizá de muchas otras personas. Cuando Eliseo viajaba, se gozaba por anticipado al pensar en las agradables horas de descanso y solaz que disfrutaría cuando llegara a la aldea de Sunem. Una bondadosa hospitalidad ayuda a que haya entre los humanos un poco de la paz y la amistad del cielo.
12.Llama a esta sunamita.
La sunamita había sido bondadosa con Eliseo, y él quería mostrarse bondadoso con ella. Pero ¿qué podría hacer para recompensarle los favores que le había prodigado? No necesitaba cosas materiales. Sin embargo, Eliseo quería darle alguna prueba de su aprecio. A la persona de corazón noble no le gusta recibir favores sin devolverlos.
13.¿Qué quieres que haga por ti?
Esta pregunta servía para poner a prueba a la mujer, pues revelaría exactamente lo que llevaba en el corazón. ¿Había recibido al profeta porque era profeta, o tenía el deseo secreto de recibir una recompensa?
Que hable por ti al rey.
Eliseo reconocía que tenía cierta influencia en la corte y con las más altas autoridades de la nación. Quizá habría algún asunto en el cual él pudiera conseguir la ayuda del rey para beneficio de la sunamita.
Yo habito en medio de mi pueblo.
Esta respuesta muestra que ella estaba perfectamente contenta. Vivía en paz con los suyos, y no tenía querellas con sus vecinos, ni asuntos que no pudiera resolver con sus amigos. Su comunidad era apacible y tranquila, y el rey y sus siervos no podrían hacer nada que le hiciera más feliz la vida.
14.¿Qué, pues, haremos por ella?
No era fácil hacer algo por una persona que era feliz y que materialmente tenía todo lo que necesitaba; pero Eliseo persistió en averiguar en qué podría serle útil.
Ella no tiene hijo.
Toda mujer hebrea consideraba que esto era una desgracia y un baldón (ver Gén. 30: 23; Deut. 7: 13, 14; 1 Sam. 1: 6, 7, 11; Sal. 128: 3, 4; Luc. 1: 25).
Su marido es viejo.
Aunque deseara de todo corazón tener un hijo, creía que ya no sería posible porque su esposo era viejo.
15.A la puerta.
Quizás por modestia y de acuerdo a las costumbres de la época, ya que no se consideraba correcto que entrara en el aposento de Eliseo.
16.Abrazarás un hijo.
Lo que para los hombres es imposible, no lo es para Dios. Si deseaba tener un hijo, Dios podía dárselo. La promesa de Eliseo de que dentro de un año tendría un hijo, estaba más allá de sus más caras esperanzas.
No hagas burla.
O, "no engañes a tu sierva" (BJ). Pidió que no la engañara presentándole una esperanza que no podría cristalizarse. Compárese con la incredulidad de Abrahán (Gén. 17: 17), de Sara (Gén. 18: 12) y de Zacarías (Luc. 1: 20), cuando se les prometió un hijo.
7.En el tiempo que Eliseo le había dicho.
Un verdadero profeta de Dios no hace falsas predicciones en el nombre del Señor. Según la promesa de Eliseo, así se cumplió.


2 Reyes 4:18 al 31.
18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores;19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.21 Ella entonces subió y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.23 El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo.* Y ella respondió: Paz.24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrara, no lo saludes, y si alguno te saludara, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.31 El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
19.Mi cabeza.
Quizá fue una insolación. La siega, un trabajo arduo, se realizaba en la parte más calurosa del año.
20.Y murió.
En la vida del mortal, en este mundo de pecado, la tristeza no está muy distante de la alegría; las lágrimas de la risa; la vida de la muerte. El hijo de la sunamita había llenado de alegría el hogar, pero también le causó gran angustia. El Señor lo había dado a la sunamita, pero la muerte lo reclamó como suyo.
22.Que envíes conmigo.
Era la época de la cosecha, y todos los hombres y los animales de ese gran establecimiento estaban ocupados en el campo. Sin embargo, ella pidió los servicios de un criado y de un asno.
Al varón de Dios.
Como esposa obediente, la mujer informó a su esposo del viaje que pensaba realizar y de que se proponía volver pronto; pero no le explicó la razón de su viaje. Si le hubiera informado que iba a llamar al profeta para que resucitara a su hijo que ya había muerto, quizá él habría creído que el viaje era inútil, y podría haber intentado disuadirla de su propósito. Se trataba de un asunto de fe, y lo mantuvo en estricta reserva entre ella y Dios.
23.No es nueva luna, ni día de reposo.
"Novilunio ni sábado" (BJ). Los dos días eran santos, ocasiones cuando se presentaban ofrendas y se efectuaban convocaciones (2 Crón. 2: 4; Isa. 1: 13; Ose. 2: 11; Amós 8: 5). Sin duda en tales días el pueblo acostumbraba reunirse para rendir culto o para recibir instrucción religiosa y edificante. Si hubiese sido luna nueva o día de sábado, el esposo de la sunamita no habría considerado extraño su viaje hasta donde se encontraba el profeta; pero en esas circunstancias no podía comprender su propósito.
Paz.
Esta fue una respuesta de fe y esperanza. El niño estaba muerto, pero ella no se entregó al dolor ni a la desesperación. Si el varón de Dios había podido interceder ante Dios para proporcionarle ese hijo, también podría pedirle que se lo restaurara. Por difícil de resolver que sea un problema, cuando lo ponemos en las manos de Dios podemos tener la completa seguridad de la solución. La respuesta no siempre será exactamente lo que deseamos, pero podemos tener paz e inclinarnos con humildad y sumisión ante la voluntad divina.
24.No me hagas detener.
Instó al siervo para que fuera con toda la premura posible, aunque eso pudiera causarle inconvenientes. El viaje representaba cerca de 25 km, y no era fácil; pero ella tenía un solo propósito: llegar hasta Eliseo cuanto antes.
25.La vio.
Es probable que la casa del profeta estuviera en una altura desde donde se veía buena parte del valle. Eliseo vio a la mujer a la distancia, y la reconoció.
26.A recibirla.
Eliseo se dio cuenta en el acto de que algo andaba mal; y sin esperar que ella se le acercara, mandó al siervo a recibirla para que, si fuera posible, averiguara el motivo de su venida.
Bien.
Literalmente, "paz". Revelaría el dolor de su corazón únicamente al profeta.
27.Se asió de sus pies.
En la Biblia se registran muchos casos de personas que adoptaron tal actitud al hacer sus peticiones (Mat. 18: 29; Mar. 7: 25; Luc. 8: 41; Juan 11: 32; etc.).
Para quitarla.
El insensible siervo no comprendió la situación, e intentó apartarla bruscamente del profeta.
Su alma está en amargura.
Eliseo se dio cuenta en seguida de que alguna tristeza embargaba a la mujer, y se llenó de tierna simpatía por ella. El verdadero hijo de Dios, que está lleno de amor y ternura, se conmoverá ante todos los que llevan pesadas cargas y, como su Maestro, procurará darles descanso. El verdadero amor es tierno y bondadoso, y responde ante el clamor de los necesitados.
Me ha encubierto.
Algunas veces el Señor creía conveniente revelar a su siervo las circunstancias de determinada persona, pero esto no ocurría siempre. Ningún profeta sabe todas las cosas. Las revelaciones ocurren sólo en armonía con la voluntad de Dios. El hecho de que un profeta no conozca todos los hechos relacionados con cierto asunto no es una evidencia de que no sea verdadero profeta del Señor. Los profetas también son seres 867 humanos y su conocimiento y sus juicios, como los de sus prójimos, son limitados. Sus palabras sólo tienen una autoridad singular cuando Dios les da revelaciones y sabiduría especiales. No tiene fundamento la idea de que en casos como éste el profeta deba conocer todos los hechos.
28.¿Pedí yo hijo?
La mujer no reprochaba al profeta, sino exhalaba su amarga tristeza. En primer lugar, ella no había pedido ese niño; había venido como resultado de la promesa del profeta. Pero ese niño que se le había concedido, ahora se le había quitado. No lo dijo en estas palabras, ni necesitaba hacerlo, porque Eliseo había comprendido plenamente el significado de su pesar. Las palabras de la mujer revelaron la amargura de su tristeza. Ella sólo sabía que había perdido ese hijo que no había demandado, y que su tristeza era infinitamente mayor que si nunca se le hubiese permitido conocer ese amor filial.
29.Ciñe tus lomos.
Eliseo sabía que la mujer estaba agotada por su apresurado viaje y que el regreso sería mucho más difícil y penoso. No rehuyó hacer él mismo el viaje; pero en cuanto supo que el niño estaba muerto, despachó a su siervo después de haberle dado las instrucciones en cuanto a lo que debía hacer.
Toma mi báculo.
El báculo o "bastón" (BJ) era la insignia del don profético de Eliseo y, como la vara de Moisés (Exo. 4: 17; 17: 5, 9; Núm. 20: 8, 9), simbolizaba el poder de Dios con el cual realizaba milagros en su nombre.
No le respondas.
Esto no significaba que el siervo fuera brusco o descortés, sino que no debía perder tiempo por el camino. En el Oriente, los saludos suelen ser largos y ceremoniosos, y sus fórmulas llevan tiempo.
30.No te dejaré.
La mujer tenía más fe en Eliseo que en su siervo. Conocía el poder de las oraciones y del ministerio del profeta, y depositó plena confianza en él. El Señor podría haber restaurado al niño si tan sólo Eliseo lo hubiera pedido con una palabra. Podría haber escogido tomar en cuenta la vara del profeta y a su siervo para resucitar al niño mediante ellos. Pero la atribulada mujer consideraba a Eliseo como el mensajero mediante el cual el Señor demostraría su poder, y el Señor creyó conveniente recompensar esa fe dándole lo que anhelaba.
31.No tenía voz ni sentido.
Estas palabras insinúan que Giezi había esperado que Dios respondería cuando se pusiera la vara sobre el muchacho. No se nos dice por qué razón no resucitó. Si la mujer hubiese tenido fe en que el Señor le contestaría por medio de la vara de Eliseo y de su siervo Giezi, la respuesta tal vez hubiera venido por ese medio. O quizás había en la vida de Giezi alguna debilidad que impedía que el Señor lo usara como instrumento para realizar sus portentosas maravillas. No es dado al hombre conocer las razones por las cuales el Señor escoge actuar de una manera u otra.
No despierta.
Esto no indica que el niño estuviera dormido, porque había muerto en la falda de la madre a mediodía (vers. 20), y en el vers. 32 se dice que estaba muerto. En la Biblia, se considera que la muerte es un sueño (Deut. 31: 16; 1 Rey. 2: 10; Dan. 12: 2; Juan 11:11-14; Hech. 13: 36).

MARTES
UNA CUESTIÓN DE FE
2 REYES 5:1 AL 19
1 NAAMAN, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Porqué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandare alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimán; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.
 
1.Naamán.
Siria estuvo frecuentemente en guerra contra Israel; pero es evidente que en este momento había paz. Poco tiempo antes, Acab había sido muerto en la batalla contra Ben-adad (1 Rey. 22: 34-37). No se da el nombre del rey de Israel, pero se cree que esto ocurrió durante el reinado de Joram, hijo de Acab. El relato muestra las vicisitudes de las naciones, y da un cuadro interesante de las relaciones internacionales y de las costumbres de esos tiempos.
Varón grande.
Naamán era un personaje importante en Siria. Había granjeado fama y honor con sus victorias a favor de Siria; pero tenía la desgracia de ser leproso. Sin embargo, retenía su cargo de comandante de los ejércitos sirios, aunque debe haberse visto gravemente impedido por la terrible enfermedad que lo aquejaba.
2.Bandas armadas.
Había frecuentes incursiones en la zona fronteriza llevadas a cabo por las bandas merodeadoras que saqueaban para llevarse el botín.
Habían llevado cautiva.
La guerra es cruel. La niña había sido llevada de su casa a un país enemigo, aparentemente olvidada de Dios y sin consuelo ni esperanza. La vida no parecía ofrecerle gran cosa, y podría haberse amargado si se hubiera dedicado a pensar en sí misma y en su desgracia. Pero aun en tierra extraña, Dios tenía un servicio para que ella lo realizara.
Servía a la mujer de Naamán.
La niña cautiva vivía como esclava, obligada a servir en la casa del capitán de los ejércitos que habían derrotado a Israel. Sin embargo, debe haber prestado un servicio fiel; de lo contrario no habría sido empleada en la casa de un funcionario tan importante.
3.Al profeta.
Aunque cautiva, la niña no se olvidaba de su patria ni de su Díos. Tampoco pensaba mal de los que la habían apresado y la obligaban a una servidumbre forzada. Con el corazón lleno de amor para Dios, simpatizó con su amo enfermo y con su esposa. En vez de desearle mal a Naamán por las desgracias que le habían ocurrido a ella, le deseó el bien y 872 que sanara de su terrible enfermedad. Recordando las maravillosas obras de Eliseo en su patria, tuvo fe en que el profeta podría sanar a Naamán de su lepra. Creyó que lo que Dios había hecho mediante su siervo en Israel también podría realizarlo en favor de un extranjero.
El lo sanaría.
Se consideraba que la lepra era una enfermedad incurable, pero los padres de la niña hebrea le habían enseñado que para Dios no hay nada imposible. Estos padres habían cumplido bien con su responsabilidad, y como resultado la niña dio este maravilloso testimonio en favor del Dios de Israel en una tierra que no lo conocía. Naamán se enteró de la existencia de un poder que está por encima del poder de los hombres, porque un padre fiel y una madre fiel de Israel habían enseñado a su hija a amar al Señor y a confiar en él
4.Le relató
Naamán narró al rey de Siria lo que la niña cautiva le había dicho. Poco pudo comprender la niña la importancia de sus palabras de fe en Dios. Naamán creyó porque la niña creía, y aquél llevó su testimonio ante el rey de Siria. En esta forma Ben-adad sabría que el Dios de Israel era un Dios poderoso y amante. Había derrotado en batalla a los ejércitos de Israel, y podría haber pensado que los dioses de Siria eran más poderosos que Jehová; pero tenía que aprender que el Dios de Israel podía hacer lo que superaba con mucho al poder de los hombres y de los dioses sirios. El testimonio máximo que pueda presentarse en favor del Dios del cielo es el testimonio del corazón que tiene absoluta confianza en él.
5.Yo enviaré.
El testimonio de fe de la jovencita no sólo había creado confianza en el general de los ejércitos sirios, sino que también creó cierto grado de fe en el corazón del rey de Siria. La fe engendra fe, y el amor, amor. La fe es un círculo siempre creciente que va de corazón a corazón, y de país a país hasta circundar la tierra. Sólo la eternidad podrá medir los resultados del testimonio de confianza en el Dios de Israel dado por la niña cautiva ante su señora en un país extraño. Los reyes se trataban con reyes, y al ofrecer sus servicios a Naamán, Ben-adad pensaba entenderse con el rey de Israel y no directamente con Eliseo. En aquellos tiempos era común escribir cartas. Muchos ejemplares de tales cartas nos han llegado hasta hoy.
Diez talentos de plata.
Naamán no pedía ser sanado sin pagar. Como no conocía al profeta de Israel ni al Dios de los hebreos, llevaba consigo un tesoro suficiente para recompensar en forma magnífica al profeta. No sabía que el Señor anhelaba sanarlo sin esperar, a cambio, oro ni plata. No sabía que Eliseo servía a Dios y a sus prójimos, no por amor a las ganancias materiales, sino por el bien que así pudiera hacer. En esos días no se acuñaban monedas, y los lingotes o anillos de oro y plata se pesaban. Un talento de plata pesaba unos 34,2 kg, por lo tanto Naamán habría llevado consigo 342 kg de plata. Las 6.000 piezas de oro equivalen a 6.000 sicios. A razón de 11,4 g por siclo, aproximadamente, habría llevado 68,4 kg de oro, además de la plata. Nada específico puede decirse del valor adquisitivo que en aquella época tenía tanto metal precioso. Sin embargo, el hecho de que Naamán llevara consigo un tesoro tan grande indica la gravedad de la situación en que se encontraba y su vehemente deseo de ser curado.
6.Para que lo sanes.
Sin duda el rey de Siria creyó que el profeta, que tenía fama de realizar tales milagros, era miembro de una orden religiosa que estaba bajo el control del Estado y a las órdenes del rey
7.¿Soy yo Dios?
Se consideraba que la lepra era una muerte en vida. El rey de Israel se daba cuenta de que esa enfermedad sólo podía ser curada por Dios, y su fe en Dios no le alcanzaba para creer que el Señor pudiera usar a un hombre como instrumento para sanar a cualquiera que sufriera tal enfermedad
Busca ocasión contra mí.
En vez de vislumbrar que en el pedido de Ben-adad tendría oportunidad de revelarse el maravilloso poder de Dios, el rey de Israel sólo consideró el lado negativo de la situación. Pensó que era imposible que el rey de Siria hubiese tenido buena fe al escribirle esta carta. Creyó que era sólo un pretexto para buscar ocasión contra él. Es probable que hubiera imaginado que Ben-adad le había hecho, a propósito, un pedido imposible de cumplir, a fin de usarlo como excusa para iniciar la guerra. En vez de pensar en el Señor o en Eliseo su profeta, Joram sólo pensó en sí mismo y en su total incapacidad para hacer frente a la situación (ver com. vers. 1)
8.El varón de Dios.
No se registra la 873 manera en que llegó a oídos de Eliseo la noticia de la visita de Naamán a la corte de Joram. Pero Dios dirigía los acontecimientos de tal manera que la fe del capitán sirio pudiera ser recompensada.
¿Por qué?
Lo que Joram había considerado como una catástrofe, era para Eliseo una oportunidad. Lo que el rey de Israel no podía lograr, el profeta con gusto lo haría con la ayuda del Señor. Mientras el rey estaba desesperado, el profeta se reanimaba en esperanza. En horas de dificultad y perplejidad vale la pena recordar que hay un Dios en el cielo que mira con amor y misericordia a sus débiles hijos de la tierra.
Venga ahora a mí.
Joram tenía miedo de la visita del capitán del ejército sirio; pero Eliseo se alegró de recibirlo. El rey no había tenido para Naamán ningún mensaje de aliento, ninguna palabra de esperanza; pero Eliseo le pidió que viniera a él a fin de encontrar salud para el cuerpo y vida para el alma. El profeta estaba ansioso de que Naamán conociera el amor y el poder del Dios de Israel, y que llevara de vuelta a su propio pueblo un mensaje de consuelo acerca de la esperanza que todos pueden tener en Dios. El hogar de cada hijo de Dios debiera ser un puerto de paz para todos los atribulados.
9.Con sus caballos.
Los sirvientes de Naamán iban a caballo, pero Naamán viajaba en carro
Casa de Eliseo.
Sin duda una morada humilde. No se parecía a un palacio real, pero en este hogar Naamán encontraría algo que el palacio del rey no podía ofrecer. Para Naamán, la puerta de esa humilde vivienda se convirtió en la puerta abierta a la vida y la esperanza.
10.Lávate siete veces en el Jordán.
Las instrucciones que recibió Naamán hacen recordar la orden de Jesús al ciego: "Ve a lavarte en el estanque de Siloé"(Juan 9: 7). En ambos casos se dio una orden que puso a prueba la fe del que la recibió. Sólo la obediencia plena efectuaría el sanamiento. Las aguas del Jordán debían ser para Naamán aguas de salud y de vida. Hay sabiduría en obedecer las órdenes del Señor
11.Yo decía para mí
Naamán tenía sus propias ideas, pero no coincidían con las de Dios. Cuando oyó del hombre que podría curarlo de su lepra, sacó de inmediato sus propias conclusiones acerca de cómo realizaría la curación. Formuló su plan propio, y esperaba que Dios lo adoptara. Pero los preconceptos humanos en cuanto a la forma de actuar del Señor muchas veces son erróneos. Cuando trazamos de antemano los caminos que debe seguir la Providencia, podemos desengañarnos. Dios escogió sacar a Israel de Egipto a través del mar Rojo, pero ése no era el pensamiento del hombre. Dios envió a su Hijo para que naciera en un establo y fuera arrullado en un pesebre, pero esto no se ajustaba a las ideas de los grandes y poderosos de la tierra. Dios hizo que su Hijo viviera entre los hombres como siervo de los necesitados, pero esto no concordaba con lo que los judíos pensaban acerca del Mesías que había de venir. Quien desea ser salvo y quiere andar en los caminos del Señor, debe aprender que estos caminos son infinitamente más altos y mejores que los caminos de los hombres (Isa. 55: 8, 9).
12.Abana y Farfar.
Sin duda los sirios consideraban estos ríos como mejores que todas las aguas de Israel. Los ríos de Damasco eran agradables y hacían florecer la región como un rosal. En comparación con estos ríos que daban vida a su tierra, a Naamán le pareció que el Jordán era un arroyo pequeño y sin valor; pero si quería sanar de su lepra, debía bañarse en el Jordán y no en el Abana. Se cree que el Abana de este pasaje corresponda al Amana de Cant. 4: 8, cuyo nombre se derivó de la montaña en donde nacía. Era el río más importante de Damasco. Se cree que Farfar era el antiguo nombre de un río que corre al sur de Damasco, cuyas aguas nacen en las alturas del monte Hermón.
13.Sus criados.
Muchas veces los siervos demuestran que son más sabios que sus amos, y los subordinados más inteligentes que los reyes. Al hacer caso a las palabras de sus criados, Naamán encontraría el camino a la vida y la salud.
Alguna gran cosa.
Naamán era un gran hombre y esperaba hacer grandes cosas. Era arrogante y orgulloso, y el lavarse en las aguas del Jordán sería para él algo humillante. Pero Dios lo estaba probando para su propio bien. Sólo en la obediencia plena a las órdenes del Señor podía esperar hallar gracia ante Dios. Su orgulloso corazón debía doblegarse, y ganar la victoria sobre su voluntad terca y egoísta. Tenía que reconocer que el Dios de Israel era más poderoso que los ídolos de los 874 bosques de Siria, y que las instrucciones de Eliseo eran superiores a sus propios deseos y pensamientos.
14.La palabra del varón de Dios.
Antes de que pudiera recibir la bendición que había venido a buscar, Naamán debió llegar al punto de reconocer a Eliseo como varón de Dios y portavoz del cielo. La curación no se habría efectuado si no hubiese acatado las palabras del profeta. Pero cuando actuó según se lo había mandado el profeta, sanó de su lepra. Cuando Dios habla mediante un profeta, hay que dejar de lado la opinión personal y aceptar el mensaje del Señor. Sólo así podremos andar en sus caminos y participar de sus bendiciones.
15.Volvió.
Naamán mostró su gratitud cuando regresó para ofrecer una recompensa a Eliseo. Al hacer esto, probablemente se alejó mucho de la ruta que debía tomar; pero este viaje no fue en vano. En todos los aspectos de su conducta, Naamán demostró estar en mayor armonía con el verdadero espíritu de un hijo de Dios que los que pretendían ser su pueblo escogido. Siglos después, cuando el Salvador estuvo en la tierra, se refirió al hecho de que había muchos leprosos en la tierra de Israel en tiempos de Eliseo, pero "ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio" (Luc. 4: 27). Israel no estimaba la presencia ni las bendiciones de Díos. El capitán de los ejércitos de una nación pagana mostró fe y gratitud, que eran ajenas al profeso pueblo de Dios. El Señor está cercano a los que estiman sus bendiciones y se muestra bondadoso para con ellos.
Ahora conozco
Naamán había oído hablar de Dios por medio del testimonio de la jovencita hebrea, pero ahora lo había conocido a través de su experiencia personal. La fe se había convertido en conocimiento. Ahora su testimonio llevaba un tono de seguridad que nunca podría haber tenido si no hubiera recibido de Dios esta maravillosa bendición. Naamán se daba cuenta ahora de que fuera de Israel no había Dios. Los dioses que se adoraban en Siria y en las naciones vecinas eran sólo ídolos hechos por el hornbre; pero el Dios de Israel era el Creador del cielo y de la tierra, el Señor que daba vida y esperanza a la humanidad. Si cada hijo de Dios fuera tan fiel en dar testimonio de él como lo fue la niña hebrea cautiva, todas las gentes de la tierra conocerían el maravilloso amor y cuidado del Creador, y muchos serían inducidos a rendirle gratítud y alabanza.
16.No lo aceptaré.
Un profeta del Señor no sirve con el propósito de obtener ganancia a ni recompensa. Eliseo había recibido su recompensa al ver la nueva vída y la esperanza de Naamán. Un obrero es digno de su salario (Luc. 10: 7), y los que recíben bendiciones de Dios pueden darle ofrendas de agradecimiento; pero en estas circunstancias era mejor que Eliseo rechazara los regalos ofrecidos. Naamán no debía quedar con la impresión de que los profetas del verdadero Dios actuaban movidos por intereses propios, o que la bendición de Dios podía comprarse con dinero.
17.La carga de un par de mulas
Naarnán pensó que el Dios de Israel era una deidad que debía ser adorada en suelo israelita. En aquellos tiempos cada nación tenía su divinidad principal, y muchas ciudades tenían sus propios dioses locales. Aunque Naamán había reconocido que fuera de Israel no había Dios, no se había despojado por completo de la idea de que el Dios de Israel estaba ligado de alguna manera especial a la tierra de Israel, y quería, al regresar a su país, adorar a ese Dios sobre suelo israelita.
A otros dioses
Cuando Naamán conoció a Dios, se entregó a él y decidió abandonar la adoración de los dioses sirios que había conocido desde su juventud. En todo lugar hay personas tan fervorosas y sinceras como Naamán, y que sólo esperan oír el fiel testimonio y ver la santa vida del pueblo de Dios para rendirle el corazón.
18.Jehová perdone
Aunque Naamán se había propuesto servir a Dios, sabía que en su país, consagrado a la adoración de ídolos, eso no le sería fácil. El rey de Siria todavía adoraba al dios Rimón, y en este servicio Naamán sería ayudante del rey. Naamán no tenía ninguna intención de abandonar el servício de su rey terrenal, aunque había decidído que en adelante sólo adoraría al Señor. Pero cuando el rey se postrara para adorar a Rimón, se apoyaría en el brazo de Naamán (ver cap. 7: 2, 17). Naamán no quería que se entendiera por esto que él también se postraba para adorar al dios pagano. Se había entregado a Jehová, y no tenía intención alguna de poner en peligro su fe adorando a Rimón, ni tampoco quería que Eliseo supiera que lo estaba haciendo. Era un hombre de recta conciencia antes de 875 partir de Israel quería dejar en claro sus escrúpulos.
19.Ve en paz
No debe pensarse que estas palabras expresen aprobación o desaprobación del último pedido de Naamán. Debía partir en paz, no con dudas ni en estado de inquietante incertidumbre. Dios había sido bueno con él, y debía encontrar felicidad y paz en el conocimiento y la adoración de Dios. Naamán era un nuevo converso, un hombre de conciencia escrupulosa, que crecería en fortaleza y sabiduría si se aferraba a su nueva fe. Dios conduce a los nuevos conversos paso a paso, y conoce el momento apropiado en que debe pedir una reforma en determinado asunto. Este principio debería siempre ser tenido en cuenta por los que trabajan para la salvación de las almas. Eliseo sabía que éste no era el momento oportuno para insistir en un cambio radical en este punto específico del comportamiento de Naamán. Era un hombre de gran perspicacia espiritual, y usó tacto y prudencia en sus relaciones con Naamán. Por eso lo despidió, no con palabras de reproche, sino con un mensaje de paz similar al que Jesús dejó, como despedida, a sus discípulos (Juan 14: 27).
 
 
MIÉRCOLES
LA CAÍDA DE GIEZI
2 REYES 5:20 AL 27
20 Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.21 Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien?22 Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.23 Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte.26 El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.
20.Entonces Giezi
El autor bíblico acaba de presentar un hermoso cuadro de un importante oficial sirio que parte de Israel transformado en un nuevo converso de Jehová, con gozo y paz en el corazón, curado de la lepra y convertido en espíritu; pero con las primeras, palabras de este versículo, el cuadro cambia por completo. Cuando Dios da a los hombres felicidad y paz, Satanás intenta introducir dificultades. En cada sinfonía procura introducir la nota discordante. Ahora el criado del profeta se presta como instrumento en manos del enemigo para arruinar, casi por completo, el cuadro tan hermoso que se había pintado.
Estorbó a este sirio.
Heb. "se abstuvo de recibir de su mano lo que había traído". "Ha sido indulgente con Naamán" (BJ). En estas palabras se revelan los pensamientos y el espíritu de Giezi. No pensó en Naamán como en un nuevo converso a la religión del Dios de Israel, sino como en un soldado de un país enemigo. Los sirios habían saqueado a Israel; ¿porqué un israelita debía ser indulgente con uno de ellos? Es probable que Giezi considerara que su amo Eliseo había sido débil e incauto al negarse a aceptar el regalo que Naamán estaba tan dispuesto a darle.
Vive Jehová.
En este caso, las palabras son un juramento profano expresado por un hombre que trata de convencerse de que hace algo para el servicio de Dios, cuando bien sabe que procede mal. Cegado por la avaricia, Giezi se dispuso a recibir el pago por servicios que él no había prestado, de parte de un hombre del cual Eliseo creía que no debía aceptar nada.
21.Se bajó.
En el Oriente, esto indicaba respeto. Resulta extraño, porque Giezi era sólo criado de Eliseo, y Naamán no tenía ninguna obligación de mostrarle esta cortesía que no fue solicitada. Esto indica su gran sentimiento de gratitud. Naamán había vencido su natural orgullo y animosidad, y ahora, el general de los ejércitos de Siria que había vencido a Israel, desciende de su carro para poder hablar en un plano de igualdad, con el criado de un profeta hebreo.
¿Va todo bien?
Naamán se había sorprendido al ver a Giezi que corría hacia él, y debió haber pensado que algo malo le había acontecido al profeta, o que había sobrevenido alguna otra calamidad.
22.Mi señor me envía.
Giezi procuró encubrir su avaricia con una mentira. La avaricia del criado se atribuiría a Eliseo. El digno nombre del profeta fue difamado por la codicia de su indigno criado. Es raro que exista un pecado solitario, porque el mal siempre abre el camino a mayores y más grandes males.
Del monte de Efraín.
Por lo menos había dos escuelas de los profetas en la altiplanicie de Efraín: en Bet-el y en Gilgal (ver com. cap. 2: 1).
Dos jóvenes.
Giezi no deseaba que se conociera su avaricia. Más bien quería representar el papel de un amigo que se preocupaba por dos jóvenes necesitados. ¿No se interesaría Naamán por ellos ayudándolos con uno de sus diez talentos de plata y dos de las diez mudas de ropa?
23.Te ruego que tomes.
El agradecido Naamán quiso dar el doble de lo que Giezi le había pedido, y también mandó a dos de sus siervos para que llevaran todo hasta la casa del profeta.
24.Lugar secreto.
Heb. "montículo" o "colina". Esta palabra muchas veces representa un edificio sobre una colina, ya sea una atalaya, casa, fortaleza, o un lugar de vigilancia. Eliseo vivía en Samaria, quizá sobre una 876 altura desde donde podía ver a lo lejos a cuantos se acercaban (ver cap. 6: 30-32). Pero en esta ocasión, Giezi, que volvía con los dos talentos de plata, no deseaba que su amo lo viera; de modo que el cerro que aquí se menciona, parece haber estado entre la casa de Eliseo y el lugar donde Giezi alcanzó a Naamán, lo cual impedía que se viera desde la casa. Giezi despidió a los siervos de Naamán en ese lugar; tomó el tesoro, y lo ocultó.
25.No ha ido a ninguna parte.
Para protegerse de la censura de su amo, Giezi recurrió a otra mentira. Otra vez el pecado condujo al pecado, y una mentira a otra. El sendero del mal no tiene fin. El que comienza a engañar, inevitablemente recurrirá a un engaño para encubrir otro engaño.
26.¿No estaba también allí mi corazón?
Dios había revelado a Eliseo exactamente lo que había ocurrido: cómo Giezi había corrido tras Naamán, cómo le había mentido y había logrado conseguir el codiciado regalo, y en qué forma lo había escondido. Los seres humanos pueden mentir a sus prójimos, pero no a Dios. Las malas acciones pueden ser ocultadas de los ojos humanos, pero los ojos del Señor ven todas las cosas (ver Heb. 4: 13).
¿Es tiempo de tomar plata?
¡Qué terrible reproche fueron las palabras de Eliseo! Se había realizado un milagro notable. El general de los ejércitos de Siria había creído en Dios y se regocijaba en su nueva fe. Dios había sido bondadoso con sus siervos y el cielo se había acercado muchísimo a la tierra. Giezi debería haber elevado el corazón en alabanza y gratitud a Dios por las maravillosas bendiciones recibidas. Debiera haber considerado cómo Naamán podría recibir una impresión favorable, y reconocer que la fe de los israelitas era la única verdadera religión del mundo, capaz de hacer que la gente fuera abnegada, honrada y bondadosa. Pero en vez de pensar en esto, sólo pensó en sí mismo y en sus propios intereses.
Las palabras de censura de Eliseo no fueron sólo para su siervo Giezi, sino también para todos los que en la iglesia de Dios manifiestan hoy el mismo espíritu. En nuestros tiempos, Dios se ha acercado de nuevo a nosotros, y en muchos países se han realizado maravillosos milagros de gracia. En todas partes los pecadores rescatados elevan cantos de agradecimiento y alabanza a Dios. Pero una vez más, en algunos ha prevalecido el espíritu de avaricia y codicia. Están empeñados en servirse a sí mismos acumulando y escondiendo plata que debería usarse para la salvación de sus prójimos. Una vez más Dios contempla desde los cielos y se formula la pregunta: "¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos?"
Olivares.
Giezi había estado pensando cómo invertiría su riqueza, y es probable que esta enumeración del profeta se refiriera a las compras que su siervo ya había pensado realizar.
27.Se te pegará.
El día que había traído tan grande bendición a Naamán el sirio, trajo una terrible maldición al siervo hebreo del profeta de Dios. Naamán siguió su camino en paz, lleno de una nueva esperanza en Dios. Giezi llevó los resultados de su pecado hasta la tumba: quedó leproso hasta el día de su muerte, maldito por el cielo, despreciado por los hombres. Fue una lección objetiva para los tiempos venideros en cuanto a la necedad de la avaricia y la vacuidad de una vida que busca primeramente los tesoros de este mundo, antes que los tesoros del reino de Dios. Durante los años que había estado con Eliseo, Giezi tuvo la oportunidad de aprender que la vida de abnegada consagración y amor produce gozo y satisfacción; pero no había aprendido esa lección. Despreció los dones del cielo, mientras que procuraba un tesoro terrenal que, como el cáncer, carcome las almas. En vez de cultivar un espíritu de abnegación mientras servía a Dios, se había dejado transformar en un egoísta, interesado sólo en las ganancias materiales. Se preocupaba más por los siclos de plata que por las almas de los pecadores; por vestidos de lino, que por los vestidos de justicia.
Para siempre.
No debe pensarse que Dios, por causa del pecado de Giezi, pronunció una maldición sobre sus descendientes que duraría para siempre. El Señor es benigno y misericordioso, y nunca acarrea sobre nadie una aflicción injusta o innecesaria. Por su avaricia, Giezi había traído sobre sí mismo un terrible castigo; por esta razón sus hijos tendrían que sufrir. Muchas veces la enfermedad y sus efectos se transmiten a la posteridad inocente; pero si se dijera que por causa de la lepra de Giezi, sus descendientes a través de todas las edades futuras también serían leprosos, se diría algo que no es verdad.
La expresión hebrea aquí usada, le'olam, no 877 necesariamente indica "sin fin", o "para toda la eternidad". Cuando la palabra 'olam se aplica a Dios, significa "sin Fin"; cuando se la aplica a la vida humana, se extiende sólo hasta el fin de la existencia de un individuo. En Exo. 21: 6 se dice que el siervo debía servir a su amo "para siempre". Los extranjeros que habitasen en la tierra de los israelitas podían ser hechos esclavos "para siempre" (Lev. 25: 46). Poco antes de la muerte de David, Betsabé se inclinó ante el rey con las palabras: "Viva mi Señor el rey David para siempre"(1 Rey. 1: 31). Así también se dirigió Nehemías al rey Artajerjes: "Para siempre viva el rey"(Neh. 2: 3). El humo que subirá de la tierra en el día de la venganza del Señor se describe como que ascenderá "perpetuamente" (Isa. 34: 10). Jonás al describir su descenso al vientre de la ballena dice que "la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre"(Jon. 2: 6). La expresión le'olam sencillamente significa "que dura mucho tiempo", y su duración depende de aquello con lo cual se relaciona la oración (ver com. Exo. 12: 14; 21: 6).
lanco como la nieve.
Se usa esta misma expresión en otros pasajes para referirse a ataques repentinos de lepra (ver Exo. 4: 6; Núm. 12: 10).
JUEVES
VIVIR DE LAS SOBRAS
2 Reyes 8:1 al 6
1 HABLO Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años.2 Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años.3 Y cuando habían pasado los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus tierras.4 Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo.5 Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.6 Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.
1.Habló Eliseo.
Puesto que el hebreo podría también traducirse "había hablado Eliseo", no es necesario pensar que lo relatado 890 en este pasaje ocurrió inmediatamente después del sitio de Samaria. Muchas veces la narración bíblica no aparece en el orden cronológico en que transcurrieron los sucesos.
Este incidente ocurrió algún tiempo después de lo que se registra en el cap. 4: 8-37, pero no sabemos cuánto tiempo después. Cuando Eliseo resucitó al hijo de la sunamita, el marido de ésta aún vivía; pero aquí se insinúa que quizá era viuda, o al menos no se menciona al marido. Las instrucciones de Eliseo para que abandonara su casa, una vez próspera, parecen haberse dirigido a una mujer que no contaba con el consejo guiador de un esposo.
A vivir donde puedas.
Eliseo se interesaba bondadosamente en las personas a las cuales había sido llamado a servir. Trataba de ser amigo de todos. Dondequiera pudiera hacer algo para aliviar y mejorar la suerte de alguien, estaba listo para ayudar. Se aproximaban tiempos difíciles, y aconsejó a la mujer que fuera a vivir por un tiempo en algún lugar donde pudiera vivir mejor que en su casa en Sunem.
Hambre ... siete años.
Esta hambre ocurrió en algún momento del reinado de Joram de Israel; pero es imposible fijar la fecha exacta.
2.Hizo como el varón de Dios le dijo.
La sunamita había aprendido que hay bendiciones en el camino de la obediencia. La instrucción se daba por orden de Dios, y aunque aún habría pruebas y dificultades, los resultados hubieran sido mucho peores si ella se hubiese negado a obedecer dichas instrucciones.
Tierra de los filisteos.
Los filisteos vivían en la fértil llanura situada entre el mar y las montañas del centro de Palestina. Comparada con las laderas pedregosas de las montañas centrales, era una tierra de abundancia. Cuando hubo hambre en la tierra de Canaán, Isaac fue a vivir entre los filisteos (Gén. 26: 1). En circunstancias similares, Abrahán había ido a Egipto (Gén. 12: 10). Noemí había pasado "unos diez años" en la tierra de Moab (Rut 1: 4). Ahora, durante este período de hambre de siete años, la sunamita habitó también en el país de los filisteos.
3.Por su casa.
La sunamita había sido una mujer pudiente en otro tiempo. En su casa se había hecho una habitación para Eliseo (cap. 4: 8-11), y en sus campos su hijo había enfermado en la época de la cosecha (cap. 4: 18, 19). Mientras estuvo ausente en Filistea. otra persona se apoderó de su casa y de sus tierras. Quizá las autoridades locales tomaron la propiedad por estimar que había sido abandonada por su dueña, o alguna persona del vecindario pudo haberla ocupado como suya. El que tenía la propiedad se negó a devolvérsela cuando ella regresó. Por eso fue directamente al rey con su petición. En el antiguo Oriente era común que un ciudadano se dirigiera al rey para hacer un pedido especial. Casos tales se repiten en el registro bíblico (2 Sam. 14: 4; 1 Rey. 3: 16; 2 Rey. 6: 26).
4.Había el rey hablado con Giezi.
Mejor, "estaba el rey hablando con Guejazí [Giezi]" (BJ). Esta mención de Giezi indica que esto sucedió mientras Giezi aún era siervo de Eliseo, antes de ser despedido por robo y engaño durante la visita de Naamán.
Todas las maravillas.
Las biografías de Elías y Eliseo están llenas de muchos incidentes interesantes, emocionantes y dramáticos. Tanto el rey como el pueblo se interesaban en escuchar el relato de los hechos notables de estos profetas de Dios. Sin duda, las narraciones se relataban vez tras vez, tanto en el palacio como en la humilde cabaña, en la tierra de Israel y en países extranjeros. Una vez escritas, se las coleccionó e introdujo en el registro sagrado de los hebreos, para que en nuestra época pudiéramos ser animados e instruidos por ellas. Lo que Dios hizo entonces, puede y quiere hacerlo de nuevo hoy. Los relatos que llamaban la atención en tiempos antiguos son los mismos que nos interesan e inspiran hoy. El Dios de Eliseo todavía realiza milagros de gracia por medio de sus siervos escogidos en todas partes de la tierra. No hay relatos que los oídos mortales escuchen con mayor interés y que los conmuevan más, que los que se refieren a la forma en que Dios obra mediante sus instrumentos humanos para realizar sus grandes prodigios.
5.Mientras él estaba contando.
En el momento dramático en que Giezi contaba al rey cómo Eliseo había resucitado el hijo de la sunamita, ésta entró. Tales hechos no son fruto de la casualidad. Dios vive y participa en los asuntos diarios de sus hijos. Los ángeles guardianes siempre están en actividad para proteger y dirigir por sendas de triunfo y bendición a quienes están bajo su cuidado. El mismo Señor que habló por medio de Eliseo, obró por medio de sus ángeles mensajeros para guiar a la sunamita al palacio del rey en 891 el momento preciso en que su petición sería mejor atendida.
6.Un oficial.
Heb. saris, literalmente "eunuco" (BJ). Los eunucos generalmente se ocupaban de atender a las mujeres de los reyes orientales (Est. 2: 3, 14, 15; 4: 5; 2 Rey. 9: 32). Se consideraba correcto que un oficial de esa clase acompañara a la mujer para asegurarse de que sus intereses recibieran la debida atención.
Todos los frutos.
No sólo debía devolverse la propiedad a la mujer, sino que debía recompensársela por todo el producto de la tierra que le correspondía durante los años de su ausencia, y por los cuales evidentemente no había recibido ninguna compensación.
 
Jeremías 9:23 y 24
23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.24 Mas alábese en esto el que se hubiera de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.
 
23.No se alabe.
El profeta señala algunos motivos por los cuales la gente suele alabarse o jactarse. Aquello de lo cual la gente se enorgullecía de nada valdría en el día de la desolación.
Sabiduría.
La sabiduría de que se habla aquí es, sin duda, la sagacidad política y la amplitud de visión humana del estadista. Sin embargo, toda confianza depositada en la sabiduría humana es necedad, porque es parcial e insegura (Prov. 3: 5; 1 Cor. 13: 9- 10).
Valentía.
O "poder". Aquí se incluyen las proezas militares, los armamentos, la fuerza de los soldados, la fuerza material, etc. Todo esto tiene límites.
Riquezas.
La riqueza y las posesiones materiales no constituyen ningún motivo legítimo para jactarse. Las riquezas "se harán alas... y volarán al cielo" (Prov. 23: 5).
24.Alábese en esto.
Los sabios de verdad 433 sólo rinden loores a Dios y nunca se alaban a sí mismo (ver com. vers. 23). El conocimiento de Dios es la única y verdadera razón para gloriarse (1 Cor. 1: 31; 2 Cor. 10: 17). Sólo es sabio aquel en cuyo corazón está atesorado este conocimiento, porque en él hay vida eterna (Juan 17: 3). Este conocimiento tiene la capacidad intelectual necesaria para entender. La relación del hombre con Dios debe fundarse en la razón y la inteligencia. No es un discipulado ciego. El hombre ha de servir a Dios con toda la mente (Mat. 22: 37). Pero el conocer a Dios va más allá de un mero entendimiento teórico. Es un conocimiento experimental y práctico. Se manifiesta cuando la persona anda por los caminos de Dios (Job 22: 21; Jer. 22: 16).
Misericordia.
Heb. jésed, "amor divino" (ver Nota Adicional del Sal. 36). Dios desea que los hombres conozcan bien los atributos divinos.
Juicio.
Heb. mishpat (ver com. Jer. 5: 4; Sal. 119: 7).
Estas cosas quiero.
O "me complazco" (BJ). Dios se complace en manifestar estos atributos morales y en verlos reflejados en sus hijos (Miq. 6: 8; 7: 18).

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